" Para mantenerse sano y vigoroso, el cuerpo humano necesita
de las sustancias minerales tantos como las vitaminas."
El hombre es un ser muy acuoso. El 70% del cerebro es agua. Pero el 30% restante se compone de elementos tales y dispuestos de tal manera, que el hombre dista mucho de ser un charcon con unas cuantas impurezas en suspensión o disolución. Este 30 % consta de proteínas, grasas, minerales e hidratos de carbono. En cuanto a la cantidad, estas sustancias siguen descendentemente el orden en que acaban de enumerarse.
Por término medio, el cuerpo humano contiene como tres kg. de sustancias minerales simples y compuestas. Entre ellas figura el aluminio, cuyo oficio en el organismo no se conoce aún. Por lo menos once de las otras son tan indispensables para el cuerpo como las vigas y pilares para rascacielos. Desempeñan papel importante en todas las funciones del organismo, desde la asimilación del oxígeno y los alimentos hasta las operaciones mentales.
En cuanto a la cantidad, las principales sustancias minerales son el calcio y el fósforo. Síguenles el potasio, azufre, sodio, cloro, magnesio, hierro, manganeso, yodo y pequeñísimas cantidades de otras pocas entre ellas el estaño y el arsénico.
Más de las dos terceras partes de los huevos se componen de sales minerales, de las cuales el calcio y fósforo son las más importantes.
A no ser por estos elementos, el hombre no tendría el esqueleto óseo que lo sustenta, y se movería arrastrándose como los gusanos. Como el esqueleto es un armazón viviente, debe recibir alimentos que reemplacen los materiales que gastan sus funciones. Todo el fósforo del cuerpo se gasta y reemplaza completamente en el curso de dos o tres años: el calcio, como en seis años. Estas y otras sustancias que el cuerpo consume de continuo, son reemplazadas por sustancias de las mismas clases introducidas en el desde el exterior, generalmente en forma de alimentos.
Los minerales, como las vitaminas, forman una fracción tan pequeña, que aun de los alimentos que más abundan, que una persona pueda saciar completamente su apetito, creyendo que se ha alimentado bien, y sin embargo no suministra al cuerpo toda la materia mineral que necesita. Que esto sucede a casi todo el mundo algunas veces, está demostrado por lo comunes que son las enfermedades y defectos provenientes de insuficiencias de sustancias minerales en el organismo: dientes picados, anemia, desórdenes tiroideos, raquitismo en los niños y huesos frágiles en los viejos. El cuerpo recibirá la cantidad adecuada de todas las sustancias minerales que necesita, si la alimentación fuera racional y debidamente variada.
El fósforo y el azufre, por ejemplo, se hallan abundantemente en la carne, los huevos y el pescado. El sodio y el cloro en la sal, y abundan tanto, que hay peligro de que perjudiquen si se abusa de este alimento. El potasio y el magnesio se dan en tantas frutas y legumbres, que no es probable que le falten a nadie.
Las sustancias minerales a que debe prestarse atención especial, no sea que el cuerpo no las reciba en cantidad suficiente son: calcio, hierro, cobre e yodo. El mejor modo de suministrar al organismo casi todo el calcio necesario es tomar leche o suero de leche y comer queso en la alimentación ordinaria. Todo adulto debe tomar diariamente, por lo menos 1/2 litro y las madres lactantes deben tomar un litro o más. No es necesario beber la leche sola: puede tomarse mezclada con otros alimentos o como parte de ellos. Unos 110grs de queso contienen poco más o menos la misma cantidad de calcio que un litro de leche.
Todo el hierro del cuerpo no alcanzaría para hacer más de cinco o seis tachuelas de tamaño mediano: más, a pesar de tal exigüidad, sin él la vida sería imposible. Las células no podrían asimilar el oxígeno que se respira y el organismo perecería sofocado, como si estuviese en el vacío. El cuerpo, sobre todo el de las mujeres durante la menstruación, pierde una pequeñísima parte de su hierro todos los días, el cual es preciso reemplazar.
Los médicos han descubierto que el organismo absorbe o asimila el hierro de ciertos alimentos más fácilmente que el de los conocidos con el nombre de "tónicos ferruginosos", u otro análogo. El hígado de los animales (criados en la naturaleza) es tan rico en hierro, que se emplea hoy con resultados muchos mejores que los de cualquier otro remedio, en la anemia perniciosa, enfermedad antes mortal.
Después del hígado viene, como fuente de abastecimiento de hierro para el cuerpo, la melaza de caña de azúcar. El azúcar blanco no contiene sino una cantidad insuficiente de hierro, si en vez de él se usan melaza o azúcar sin refinar (moscobada), o azúcar negra o rubia, se logra algo más sustancioso que endulzar los alimentos. También hay hierro en la carne, los huevos, las verduras, las frutas y el pan moreno (integral).
El hierro del cuerpo no funciona sin la presencia de una pequeña cantidad de cobre. Por fortuna, en casi todos los alimentos en que haya hierro habrá también cobre. El hígado y la melaza asimismo juntos en las papas, guisantes, frijoles, fresas, frutas, pasas y ostras.
La cantidad de yodo que circula en la sangre de una persona normal es menos de un miligramo. Sin embargo, el yodo es la sustancia principal de la secreción de la tiroides, glándula endocrina de suma importancia que regula la velocidad del mecanismo vital.
En la naturaleza, el yodo se encuentra casi todo en el agua del mar. Quien beba agua de terrenos costeros y coma legumbres cultivadas en ellos puede estar seguro que no le faltará yodo.
Pero aun en la costa del mar, si el agua que se bebe es llovediza, conviene usar sal yodada y escoger alimentos que contengan yodo. La falta de yodo es la principal causa del bocio.
Muy a menudo se desperdician las partes de los alimentos que contienen mayor cantidad de sustancias minerales. En los alimentos animales, estas sustancias se hallan sobre todo en las entrañas, la sangre, los huesos, los huevos y la leche. En los vegetales se encuentra principalmente en las partes morenas de los granos y el azúcar, la cáscara de las frutas y de las raíces de los comestibles y las hojas exteriores de la lechuga; sin embargo todo esto generalmente se desecha (si no es sembrado de la huerta). Además como sustancias inorgánicas útiles de los alimentos se disuelven fácilmente, muchas de ellas se desperdician cuando se arroja al fregadero el agua en que se cuecen las legumbres.
Al fin de aprovechar la mayor cantidad posible de las sustancias minerales de las legumbres, cocínese éstas en muy poca agua y úsese el agua que puede queda para hacer sopa o salsa o para aliñar y humedecer la carne. Hiérvanse siempre las papas antes de pelarlas; de este modo, cuando se pelen -después de cocinadas- las materias minerales alimenticias permanecerán adheridas a la pulpa o parte interior.
Los tres kilogramos de minerales del cuerpo desempeñan papel importantísimo en la vida, y quien quiera vivir vida normal, gozando de buena salud, debe esmerarse en escoger los alimentos necesarios para que no haya escasez de ninguna de aquellas sustancias inorgánicas.
Hierro y cobre:
Los alimentos nos proporcionan además de sustancias nutritivas, sales minerales orgánicas, perfectamente asimilables por nuestro organismo, las cuales son tan indispensables como las vitaminas, para obtener una nutrición completa.
El hierro es esencial para la debida formación de la sangre y no funciona sin la presencia de una pequeña cantidad de cobre. Forma la combinación de hierro-proteína de la hemoglobina que lleva el oxígeno a los tejidos.
El cobre también contribuye a la formación de hemoglobina. La carencia de hierro en la alimentación, origina entre otros trastornos graves la anemia perniciosa.
La alimentación rica en sales minerales de hierro, combate la debilidad, la clorosis, la tuberculosis y la falta de crecimiento. Enriquece la sangre y de glóbulos rojos y da vitalidad a todo el organismo.
Las sales de hierro y de manganeso, tienen especial importancia en la realización de los procesos vitales, por la facilidad con que se apoderan del oxígeno y lo abandonan.
Los alimentos que contienen hierro, son los que nos proveen de sales minerales orgánicas de cobre.
Necesitamos diariamente ingerir en nuestra alimentación, diez miligramos de hierro y una pequeña cantidad de cobre para nuestra sangre.
Los alimentos nos proporcionan además de sustancias nutritivas, sales minerales orgánicas, perfectamente asimilables por nuestro organismo, las cuales son tan indispensables como las vitaminas, para obtener una nutrición completa.
El hierro es esencial para la debida formación de la sangre y no funciona sin la presencia de una pequeña cantidad de cobre. Forma la combinación de hierro-proteína de la hemoglobina que lleva el oxígeno a los tejidos.
El cobre también contribuye a la formación de hemoglobina. La carencia de hierro en la alimentación, origina entre otros trastornos graves la anemia perniciosa.
La alimentación rica en sales minerales de hierro, combate la debilidad, la clorosis, la tuberculosis y la falta de crecimiento. Enriquece la sangre y de glóbulos rojos y da vitalidad a todo el organismo.
Las sales de hierro y de manganeso, tienen especial importancia en la realización de los procesos vitales, por la facilidad con que se apoderan del oxígeno y lo abandonan.
Los alimentos que contienen hierro, son los que nos proveen de sales minerales orgánicas de cobre.
Necesitamos diariamente ingerir en nuestra alimentación, diez miligramos de hierro y una pequeña cantidad de cobre para nuestra sangre.
Fósforo:
Esta sustancia es sumamente importante y beneficiosa para nuestro organismo. Es el gran regulador de los cambios orgánicos, regenera la actividad nerviosa y desempeña un papel muy importante como tónico cerebral y reconstituyente.
El fósforo orgánico, es muy útil y eficaz para combatir las enfermedades nerviosas, la neurosis, la tuberculosis, la debilidad general y la falta de crecimiento.
El ácido fosfórico se combina en el organismo con diversas sales, se encuentra en abundancia en la sangre formando fosfato de hierro; en los huesos, fosfato de cal; en el sistema nervioso, fosfato de soda, y en los músculos, fosfato de potasa.
Se ha calculado en 2 a 3 gramos, la cantidad de fósforo, se forma de ácido fosfórico, que debe ingerir diariamente en la alimentación un adulto, siendo mayor la necesidad en el período de crecimiento, gestación y lactancia.
Esta sustancia es sumamente importante y beneficiosa para nuestro organismo. Es el gran regulador de los cambios orgánicos, regenera la actividad nerviosa y desempeña un papel muy importante como tónico cerebral y reconstituyente.
El fósforo orgánico, es muy útil y eficaz para combatir las enfermedades nerviosas, la neurosis, la tuberculosis, la debilidad general y la falta de crecimiento.
El ácido fosfórico se combina en el organismo con diversas sales, se encuentra en abundancia en la sangre formando fosfato de hierro; en los huesos, fosfato de cal; en el sistema nervioso, fosfato de soda, y en los músculos, fosfato de potasa.
Se ha calculado en 2 a 3 gramos, la cantidad de fósforo, se forma de ácido fosfórico, que debe ingerir diariamente en la alimentación un adulto, siendo mayor la necesidad en el período de crecimiento, gestación y lactancia.
calcio:
El calcio posee una notable acción coagulante, su presencia en cantidad suficiente en los alimentos es indispensable; coagula a la sangre, interviene en la cicatrización de las heridas y es de suma importancia en la digestión, para la coagulación de la leche por el jugo gástrico.
Combate el raquitismo, fortifica los huesos, calcifica los lugares purulentos de los abscesos, forúnculos, tuberculosis y es esencial para la formación de una estructura ósea perfecta.
Además posee la propiedad de estrechar los pequeños vasos (lo que disminuye la circulación y las congestiones), de hacer contraer enérgicamente el corazón y los pulmones y disminuir la excitabilidad cerebral.
Salvo régimen especial, debemos incluir diariamente a nuestras comidas, alimentos ricos en calcio, indispensables para formar huesos rectos y dientes firmes y sanos, como también para desarrollar normalmente nuestro cuerpo.
El calcio se encuentra en los huesos o cartílagos, en mayor abundancia que en cualquier otro alimento o preparado, en formas de fosfato de cal.
El sulfato de calcio sobreactivaría las funciones leucocitarias.
Los huesos blandos de las aves o animales jóvenes, bien masticados o molidos, deben ingerirse en las comidas diariamente mezclados con los demás alimentos. También nos proporcionan calcio orgánico, la cáscara de huevos; se reduce a polvo impalpable en un mortero y se espolvorea en la comida al tiempo de servirla.
Como se podrá ver y experimentar, el calcio se puede conseguir facilmente y en abundancia, sin necesidad de recurrir a preparaciones especiales, en caso de caries dentarias en los niños, deformaciones de los huesos u otras enfermedades análogas.
La necesidad diaria de sales minerales orgánicas de calcio en un individuo adulto oscila en 0,5 a 1 gr., y se entiende que, como para el fósforo, esta cifra debe variar también según las diversas circunstancias de la vida.
El calcio posee una notable acción coagulante, su presencia en cantidad suficiente en los alimentos es indispensable; coagula a la sangre, interviene en la cicatrización de las heridas y es de suma importancia en la digestión, para la coagulación de la leche por el jugo gástrico.
Combate el raquitismo, fortifica los huesos, calcifica los lugares purulentos de los abscesos, forúnculos, tuberculosis y es esencial para la formación de una estructura ósea perfecta.
Además posee la propiedad de estrechar los pequeños vasos (lo que disminuye la circulación y las congestiones), de hacer contraer enérgicamente el corazón y los pulmones y disminuir la excitabilidad cerebral.
Salvo régimen especial, debemos incluir diariamente a nuestras comidas, alimentos ricos en calcio, indispensables para formar huesos rectos y dientes firmes y sanos, como también para desarrollar normalmente nuestro cuerpo.
El calcio se encuentra en los huesos o cartílagos, en mayor abundancia que en cualquier otro alimento o preparado, en formas de fosfato de cal.
El sulfato de calcio sobreactivaría las funciones leucocitarias.
Los huesos blandos de las aves o animales jóvenes, bien masticados o molidos, deben ingerirse en las comidas diariamente mezclados con los demás alimentos. También nos proporcionan calcio orgánico, la cáscara de huevos; se reduce a polvo impalpable en un mortero y se espolvorea en la comida al tiempo de servirla.
Como se podrá ver y experimentar, el calcio se puede conseguir facilmente y en abundancia, sin necesidad de recurrir a preparaciones especiales, en caso de caries dentarias en los niños, deformaciones de los huesos u otras enfermedades análogas.
La necesidad diaria de sales minerales orgánicas de calcio en un individuo adulto oscila en 0,5 a 1 gr., y se entiende que, como para el fósforo, esta cifra debe variar también según las diversas circunstancias de la vida.
Potasio y Sodio:
El potasio y el sodio son alcalinizadores de la acidez excesiva del estómago y de la sangre, son también detersivas -limpian y purifican las vías digestivas-. Hacen más fluido el líquido sanguíneo y expulsan de nuestro organismo las toxinas y los malos humores.
La acción específica de las sales minerales orgánicas de potasio, sodio y calcio, como reguladoras de las funciones del corazón son muy importantes: este órgano no late con regularidad, sin merced a la proporción rigurosamente exacta de estas sales en la sangre y desde que estas relaciones cesan de existir hay vacíos de nutrición de la pared protectora del protoplasma.
El potasio y el sodio hacen más fácil a las células desplegar el máximum de sus reacciones.
Las sales de sodio obran con más moderación que las de potasio.
El cloruro de potasio estaría en relación con las funciones glandulares. El fosfato de potasio serviría a las actividades del sistema nervioso y muscular. El sulfato de potasio, interesaría especialmente al sistema venoso y favorecería las eliminaciones por la piel y las mucosas; el carbonato de sodio ejercería su influencia en las funciones digestivas, el cloruro de sodio regularizaría el grado de inhibición del agua en las moléculas albuminóideas, etc.
El potasio y el sodio son alcalinizadores de la acidez excesiva del estómago y de la sangre, son también detersivas -limpian y purifican las vías digestivas-. Hacen más fluido el líquido sanguíneo y expulsan de nuestro organismo las toxinas y los malos humores.
La acción específica de las sales minerales orgánicas de potasio, sodio y calcio, como reguladoras de las funciones del corazón son muy importantes: este órgano no late con regularidad, sin merced a la proporción rigurosamente exacta de estas sales en la sangre y desde que estas relaciones cesan de existir hay vacíos de nutrición de la pared protectora del protoplasma.
El potasio y el sodio hacen más fácil a las células desplegar el máximum de sus reacciones.
Las sales de sodio obran con más moderación que las de potasio.
El cloruro de potasio estaría en relación con las funciones glandulares. El fosfato de potasio serviría a las actividades del sistema nervioso y muscular. El sulfato de potasio, interesaría especialmente al sistema venoso y favorecería las eliminaciones por la piel y las mucosas; el carbonato de sodio ejercería su influencia en las funciones digestivas, el cloruro de sodio regularizaría el grado de inhibición del agua en las moléculas albuminóideas, etc.
Magnesia:
La célula nerviosa presenta una preponderancia en sales de magnesia y de fosfatos de potasa. La magnesia es la regeneradora de la sustancia fibrosa de los nervios, unida con el fósforo, formando el fosfato de magnesia, tonifica el sistema nervioso y la fibra muscular.
El fosfato de magnesia orgánico, cura las afecciones nerviosas, está indicado contra la neuritis y la polineuritis asi como a los enfermos que tienen afectado el estado general, como los flacos, los diabéticos, los cancerosos y los tuberculosos.
El metabolismo del calcio parece transtornarse cuando hay deficiencia de magnesia, su carencia puede que esté relacionada con la producción del raquitismo y también con el tétano. Se cree también que la carencia del magnesia en el organismo puede originar cáncer.
La magnesia en estado orgánico y asimilable, se encuentra en los alimentos naturales y especialmente en la clorofila de los vegetales.
La célula nerviosa presenta una preponderancia en sales de magnesia y de fosfatos de potasa. La magnesia es la regeneradora de la sustancia fibrosa de los nervios, unida con el fósforo, formando el fosfato de magnesia, tonifica el sistema nervioso y la fibra muscular.
El fosfato de magnesia orgánico, cura las afecciones nerviosas, está indicado contra la neuritis y la polineuritis asi como a los enfermos que tienen afectado el estado general, como los flacos, los diabéticos, los cancerosos y los tuberculosos.
El metabolismo del calcio parece transtornarse cuando hay deficiencia de magnesia, su carencia puede que esté relacionada con la producción del raquitismo y también con el tétano. Se cree también que la carencia del magnesia en el organismo puede originar cáncer.
La magnesia en estado orgánico y asimilable, se encuentra en los alimentos naturales y especialmente en la clorofila de los vegetales.
Azufre:
Las sales minerales orgánicas como también las demás sustancias que contienen los alimentos, son las que depuran y vitalizan nuestro cuerpo, por ser estas completamente asimilables.
El azufre que contienen los alimentos, es asimilable porque es sustancia orgánica. El azufre de minas de origen volcánico, además de contener impurezas no es soluble ni asimilable por ser sustancia mineral inorgánica.
Los alimentos que contienen azufre, son excelentes depurativos de la sangre; es muy útil comerlos en abundancia para combatir las infecciones intestinales y todo trastorno de las vías digestivas.
Posee propiedades antisépticas muy notables, es antipútrido, desinfecta nuestro organismo y elimina las impurezas de la piel y de la sangre; es útil contra el reumatismo, las enfermedades de la garganta, de los bronquios, la alopecía y la sífilis.
Sílice:
La sílice es un compuesto resultante de la combinación del silicio con el oxígeno.
La sílice se encuentra también en proporciones muy apreciables en los alimentos, las notables cualidades biológicas de las sustancias minerales, sólo las podemos obtener cuando éstas proceden de los vegetales.
La sílice, en combinaciones con el calcio, consolida los huesos y las arterias y les conserva su flexibilidad. Participa también en la formación de la piel, de las membranas de nuestras vísceras, de las uñas y de los cabellos. Conviene en el raquitismo, la arteriosclerosis, así como también para fortificar los órganos intestinales, activar la curación de las enfermedades de la piel, etc. Combinada con el azufre, es de imprescindible necesidad para hacer crecer el cabello.
Las sales minerales orgánicas como también las demás sustancias que contienen los alimentos, son las que depuran y vitalizan nuestro cuerpo, por ser estas completamente asimilables.
El azufre que contienen los alimentos, es asimilable porque es sustancia orgánica. El azufre de minas de origen volcánico, además de contener impurezas no es soluble ni asimilable por ser sustancia mineral inorgánica.
Los alimentos que contienen azufre, son excelentes depurativos de la sangre; es muy útil comerlos en abundancia para combatir las infecciones intestinales y todo trastorno de las vías digestivas.
Posee propiedades antisépticas muy notables, es antipútrido, desinfecta nuestro organismo y elimina las impurezas de la piel y de la sangre; es útil contra el reumatismo, las enfermedades de la garganta, de los bronquios, la alopecía y la sífilis.
Sílice:
La sílice es un compuesto resultante de la combinación del silicio con el oxígeno.
La sílice se encuentra también en proporciones muy apreciables en los alimentos, las notables cualidades biológicas de las sustancias minerales, sólo las podemos obtener cuando éstas proceden de los vegetales.
La sílice, en combinaciones con el calcio, consolida los huesos y las arterias y les conserva su flexibilidad. Participa también en la formación de la piel, de las membranas de nuestras vísceras, de las uñas y de los cabellos. Conviene en el raquitismo, la arteriosclerosis, así como también para fortificar los órganos intestinales, activar la curación de las enfermedades de la piel, etc. Combinada con el azufre, es de imprescindible necesidad para hacer crecer el cabello.
Yodo:
Otras sales minerales:
- Arsénico: El cuerpo humano encierra algunos miligramos de arsénico, de este metaloide que engendra el vigor, de donde su nombre -arsen- que significa vigoroso y -nikan- domar. Es pues necesario en todas las enfermedades consuntivas (extenuación, enflaquesimiento), y especialmente en la tuberculosis.
- Manganeso: Esta sustancia parece estar relacionada con el crecimiento, la reproducción y la lactancia. Hay pruebas de que la cantidad de vitamina B1 que necesita un animal, varía según la proporción de manganeso que contiene su alimentación. Hay una dependencia entre la vitamina B1 y el manganeso, como lo prueba la neutralización recíproca de sus efectos tóxicos. Se ha demostrado también que el manganeso es el que interviene en la acción de los fermentos oxidantes.
- Cloro: Se sabe que el cloruro de sodio interviene de una manera evidente en el mantenimiento de la tensión osmótica de los medios internos y en la regulación del equilibrio ácido-básicos; pero se sabe también que su exceso es perjudicial para los riñones y aún para la misma presión osmótica celular.
- Zinc: Se ha demostrado que la insulina cristalizada contiene una pequeña cantidad constante de zinc. Cuando el zinc se separa de la insulina, ésta parece ser mucho menos eficaz. La cantidad de zinc en los alimentos naturales parece estar correlacionada con la cantidad de vitamina B1. La carencia de zinc puede ser un factor en el síndrome del beriberi. Según el investigador Delezenne, el zinc determina el desdoblamientto de los ácidos nucleicos y de los fosfátidos, que son en cada célula los componentes químicos más importantes. En definitiva, el zinc sería un agente de las digestiones que se realizan en el seno de los tejidos.